domingo, 18 de septiembre de 2011

Capitulo 8: En el momento justo.





Marzo había llegado mas rápido de lo que habría podido imaginar. Cerca de el los segundos parecian horas en los que obserbaba cada movimiento que este realizaba.


Desde la primera vez que nos vimos se había cortado el pelo, aunque no demasiado, y el rubio de su cabello se mezclaba con algun pelo castaño que parecia escondido, pero a la vez visible.


Todas los días iba a verle. Cuando estaba con el me sentia como una tonta ante su impresionante belleza digna de un dios. Aun asi no podía evitar verle.


Muchas de las veces que había ido me había cruzado con aquel extraño y frío chico, que mantenía la mirada fija en el horizonte. Le saludaba y el no contestaba, lo que me parecia algo grosero por su parte, pero que le perdonaba por su preocupada mirada clavada en ninguna parte.


Aquel día fui a la ciudad ya caidas las dos de la madruagada. Cuando llegué a la entrada estaba el, que miraba hacia el sendero por el que yo venía.


Al verme sus ojos centellearon por una vez en la oscuridad y me parcio que esta vez su cara era un libro abierto hacia mi.


Me acerqué hacia el, que permanecia inmovil, esperandome. Al poner un pie en la ciudad se avalanzo sobre mi con un calido abrazo.


- ¿Por qué has tardado tanto? Me has preocupado. -dijo con un tono sereno y preocupado al mismo tiempo.

- ¿No deveria preocuparte la seguridad de toda la ciudad? -pregunte yo.


- Tara, tu eres mas importante para mi que este monton de piedras. -su voz se volvio casi un susurro.


Nos quedamos asi abrazados hasta que yo me separe un poco de él, que me miro directamente a los ojos con los suyos verdosos.


- Me habría gustado venir antes, pero he tenido un problema familiar por el camino. He escapado por la ventana para poder venir a verte. -dije en su anterior tono de voz.


Me sentia inutil y ridiculamente fea frente a el. Con una chaqueta de capucha negra y unos baqueros irradiaba una gran belleza.


- No te obsesiones con tu aspecto. -dijo como leyendo mi pensamiento.- Para mi eres perfecta, espero que con eso te valga.


- Me sobra con eso. -dije acurrucandome en sus brazos.


Stephen me separó de él y junto su frente con la mia, que para estar a su altura tuve que ponerme de puntillas.


- Tara, ten esto siempre claro. Pase lo que pase, tu vas a ser lo que mas me importe. Pero debes aprender a vivir sin mi, porque algun día tendre que irme irrevocablemente.


- No puedes pedirme eso. -dije acercandome mas a el de tal modo que sus labios quedaban a escasos centimetros de los mios.


Stephen se acerco y apreto sus labios contrra los mios, en una accion desesperada, y bebio de mis labios como si el mundo a nuestro al rededor se hubiera detenido.



jueves, 15 de septiembre de 2011

capítulo 7:Del amor a marzo hay un único beso.


Marzo, ha sido siempre, sin lugar a dudas, el mes que más he detestado en mi vida.

Sus fríos y húmedos días, se adherían a mi piel, siempre nublados y lluviosos, en el umbral entre la primavera y el invierno.
Para mí, Marzo, era un otoño de colores grises, un poema de Bécquer en inglés o el presentimiento de que algo inevitablemente desastroso ocurriría.
Pero aquel, mes, aquel 16 de Marzo, las flores escarchadas dieron vida a una primavera anticipada.

Temblaba de frío cuando llegué hasta él.
Estaba congelada, por las finas lluvias del día, que como incauta que era, me habían pillado desprevenida. Tenía el cabello húmedo y posiblemente alborotado, cosa, que inevitablemente me ponía de un humor de perros.

La entrada a la ciudad aparecía bajo un manto de niebla, que iba disipándose poco a poco, a medida que mis pasos avanzaban acercándose lentamente a la ciudad.

Junto a la verja, apoyado con las manos en la cabeza se encontraba Riley hablando con un chico, rubio y guapo.

Me quedé observando a ambos chicos varios instantes, comparándolos a ambos, llegando a la inevitable conclusión de que este mundo tenía que formar parte de mis sueños.

La experiencia me decía que en el mundo real no existía nadie perfecto, tan extremadamente espectacular como lo eran ellos. Ahora lo entendía, la gente extraordinaria no podía formar parte de mi mundo.
Me sentía vulgar, y porqué no decirlo, tremendamente fuera de lugar.

De pronto el chico rubio me señaló. Riley se dio la vuelta y me saludó con la mano.

En aquel momento deseé no haber venido, deseaba desaparecer o al menos haberme adecentado un poco más, o en su defecto no haberme despeinado como había hecho.

Hasta el momento mi aspecto me había sido indiferente... Pero era Marzo, estaba malhumorada y rodeada de semidioses. Tenía derecho a huir y sentirme humillada.

-¿No vienes?- me dijo Riley con un tono quejumbroso. Yo no contesté, demasiado enfurruñada para hablar- venga... Stephen se ha ido- gritó para que yo pudiese oírle.

Observé incrédula el vacío al que señalaba Riley, donde momentos antes había estado aquel chico, que al parecer respondía bajo el nombre de Stephen.
Dudé varios instantes mas al final, mis ansias pudieron más que mi orgullo.

-Comenzaba a dudar de que vinieses- me dijo él, agarrándome por la cintura.

-Pues ya lo ves; tú también te equivocas.

Muy a mi pesar sonreí. Estar a su lado era lo único bueno de Marzo y en definitiva, lo mejor del mundo.

Hasta ahora, había deseado que llegasen las Navidades, ahora, deseaba llegar al momento de volver con él. El próximo día, el próximo año o en la próxima vida, lo que ansiaba era estar a su lado.

-¿Te has hecho algo en el pelo?- me preguntó Riley de pronto.

-¡Dios mío!- me quejé- ¿tan mal estoy?

Riley comenzó a reírse como si desde el primer momento hubiese sabido de mi humillación particular, como si pudiese leer dentro de mí, lo que yo ni siquiera era capaz de intuir.

-Serás...

De pronto él posó sus dedos en mis labios y me besó.

Su fríos labios se juntaron con los míos, enfriando mi cuerpo y calentando mi alma. Sus manos acariciaron mi cintura mientras, yo me acercaba más a él, como si mi cuerpo supiese exactamente donde quería estar.

Riley apartó sus labios de los míos, no obstante no se movió. Estaba hipnotizado, perdido...
Como si aquel sentimiento y sus reacciones fuesen algo tan nuevo para él como para mí. Como si él tampoco hubiese amado antes...

-Te quiero- me susurró entonces- ¿Podrás perdonarme?

-¿Porqué iba a perdonarte?- le pregunté.

Él me quería, era increíble, imposible... pero real; y estaba claro que yo le amaba.
Que prefería cambiar mi mundo por él, que no podía respirar sino su aire.
¿Qué me pedía ahora? ¿Fidelidad?¿Mi alma?¿Mi vida?... era suya, se la daba. Mi vida, mi cuerpo, mi corazón... le pertenecían a él.

-Porque esto no tiene que ser así, Porque no puede ser así- me miró a los ojos como si me estuviese contando algo realmente importante. Algo que yo tenía que captar- Porque hay cosas que no pueden acabar bien, ¿lo entiendes?.

-¡Cállate!- le ordené- El amor no tiene sentido, ¿Porqué iba yo a complicarme la vida contigo, a darlo todo por alguien a quien no puedo comprender?, la única respuesta que encuentro es amor. Si lo pienso así casi tiene lógica- le miré a los ojos- No, Riley, no me digas que no puede ser, porque ya es demasiado tarde, mi mundo a dejado de tener sentido...- Me acerqué un poco más a él, y con los ojos cerrados, susurrándole al oído le confesé- Ya no puedo acabar bien... si estoy contigo me entra el miedo, pero el problema es, cariño, que no puedo vivir sin ti, porque TE AMO.