Marzo había llegado mas rápido de lo que habría podido imaginar. Cerca de el los segundos parecian horas en los que obserbaba cada movimiento que este realizaba.
Desde la primera vez que nos vimos se había cortado el pelo, aunque no demasiado, y el rubio de su cabello se mezclaba con algun pelo castaño que parecia escondido, pero a la vez visible.
Todas los días iba a verle. Cuando estaba con el me sentia como una tonta ante su impresionante belleza digna de un dios. Aun asi no podía evitar verle.
Muchas de las veces que había ido me había cruzado con aquel extraño y frío chico, que mantenía la mirada fija en el horizonte. Le saludaba y el no contestaba, lo que me parecia algo grosero por su parte, pero que le perdonaba por su preocupada mirada clavada en ninguna parte.
Aquel día fui a la ciudad ya caidas las dos de la madruagada. Cuando llegué a la entrada estaba el, que miraba hacia el sendero por el que yo venía.
Al verme sus ojos centellearon por una vez en la oscuridad y me parcio que esta vez su cara era un libro abierto hacia mi.
Me acerqué hacia el, que permanecia inmovil, esperandome. Al poner un pie en la ciudad se avalanzo sobre mi con un calido abrazo.
- ¿Por qué has tardado tanto? Me has preocupado. -dijo con un tono sereno y preocupado al mismo tiempo.
- ¿No deveria preocuparte la seguridad de toda la ciudad? -pregunte yo.
- Tara, tu eres mas importante para mi que este monton de piedras. -su voz se volvio casi un susurro.
Nos quedamos asi abrazados hasta que yo me separe un poco de él, que me miro directamente a los ojos con los suyos verdosos.
- Me habría gustado venir antes, pero he tenido un problema familiar por el camino. He escapado por la ventana para poder venir a verte. -dije en su anterior tono de voz.
Me sentia inutil y ridiculamente fea frente a el. Con una chaqueta de capucha negra y unos baqueros irradiaba una gran belleza.
- No te obsesiones con tu aspecto. -dijo como leyendo mi pensamiento.- Para mi eres perfecta, espero que con eso te valga.
- Me sobra con eso. -dije acurrucandome en sus brazos.
Stephen me separó de él y junto su frente con la mia, que para estar a su altura tuve que ponerme de puntillas.
- Tara, ten esto siempre claro. Pase lo que pase, tu vas a ser lo que mas me importe. Pero debes aprender a vivir sin mi, porque algun día tendre que irme irrevocablemente.
- No puedes pedirme eso. -dije acercandome mas a el de tal modo que sus labios quedaban a escasos centimetros de los mios.
Stephen se acerco y apreto sus labios contrra los mios, en una accion desesperada, y bebio de mis labios como si el mundo a nuestro al rededor se hubiera detenido.