viernes, 17 de agosto de 2012

Capítulo 13: Una historia inacabada


Brandon:

De pronto la ciudad apareció ante mí.
Era un coloso de piedra, cercado por una valla que debía de haber sido hermosa. Una colosal puerta de hierro, rematada en plata con la punta apuntando al cielo que la cubría, nos dio la bienvenida a mí, a mi hermana y a Keyla.
Había seguido a las dos chicas por el parque y a través de bosque que lo cercaba, aunque no sabía qué estaba haciendo exáctamente ahí.

Observé atentamente la marmórea superficie que en algún momento debía de haber sido absolutamente hermosa, y que, aparecía ante mí destruida.
Lentamente, fui acercándome a un hermoso pilar, repleto de runas que podía reconocer. En realidad no sabía si había visto anteriormente esos grabados o no, no obstante, estaba seguro de comprender las inscripciones.

Pasé mi mano por la superficie rugosa, dibujando con mis dedos las diminutas efigies (todos los símbolos representaban un animal o cosa). Una serpiente enroscándose en lo que parecía un lujoso cetro, una antorcha humana, un triángulo con un ojo en el centro, una estrella irisada...:

"Ad mea filius" leí los grabados, al fin.

De pronto una oscuridad se apoderó de mi cuerpo.
Sentí como el alma abandona el cuerpo y una vertiginosa sensación de vacío me poseyó. Quise moverme, no obstante una succión me separaba de mi mundo y de toda razón.
Sentía mi cuerpo caer y desvanecerse, mientras yo era totalmente consciente de lo que ocurría a mi alrededor.
Quise gritar no obstante ningún sonido emergió de mi garganta, aunque sabía que en realidad había gritado.
No podía oír, no podía moverme...
En la absoluta negrura que lo invadió todo, lo único que podía hacer era ver y esperar; ver, esperar e intuir mi muerte.

***

No sé cuánto tiempo pasó.
El lugar impreciso en el que me hallaba (sin hallar) no existía el tiempo, lo era todo y nada. El miedo hacía enloquecer y la paciencia no era mi fuerte.

De pronto, el tintineo de algo metálico llamó mi atención.
Intenté girar la cabeza en dirección al sonido que previamente había escuchado, centrando todas mis fuerzas en un único punto (en este caso, el cuello), en vano.

Pasaron varios minutos más, hasta que finalmente, un par de ojos grises aparecieron ante mi. Era un hombre entrecano, de mirada felina e inquisitiva.
Posó su mano en mi hombro y después, con voz cavernosa, habló:

-Vamos, ¡muévete!- me tendió una mano, que yo no dudé en aceptar- es más seguro que nos movamos. No tenemos tiempo.
-¿Dónde estoy? ¿Quién eres? ¿Qué ocurre?

El hombre (ataviado con una túnica) levantó la mano y me mandó callar.
Después sonrió con una blanquísima sonrisa impropia de un ser como él. Tenía claro que aquel hombre había muerto hacía siglos...
¿Habría muerto yo también?¿Era esto lo que se sentía al morir?

-No hagas tantas preguntas, necesito que comprendas, Brandon- me miró a los ojos mientras me zarandeaba por los hombros- estás aquí para conocer mi historia, tu historia. Escúchame, no hay tiempo... pronto desaparecerás- arrugó la frente preocupado- mis fuerzas están mermadas, no soy el hombre que antaño era.

Yo asentí imperceptiblemente, totalmente intrigado, por lo que el misterioso hombre (a quien había bautizado como el caballero sin nombre) comenzó a hablar:

-Mi nombre es Soth, y fui guardián de esta ciudad hace más de tres siglos. El mundo no era como lo conoces tú, la guerra y el hambre hacía mella en todo hombre. No obstante, nosotros vivíamos en paz en nuestra morada, apartada del resto del mundo... Hasta que conocí a la mujer más hermosa que yo jamás he visto... tu madre.

Me paré en seco al escuchar la nueva. Observé a Soth que aparecía impertérrito ante mí, observándome con adoración.

-¿Mi madre?- pregunté al fin. Él se limitó a asentir.
-Se llamaba Daisy. Era hermosa, tenía los ojos grises y el pelo cobrizo le llegaba más allá de la cintura, hubiese hecho cualquier cosa por perderme en la eternidad de sus larguísimas piernas. Y lo hice. Traicioné a mi pueblo y sus costumbres, invitándola a una ciudad prohibida para los humanos. Le regalé parte de mi alma, de mi esencia, para que pudiese encontrarse conmigo... y ella, inusitadamente, me correspondió.

Dudé un instante antes de preguntar:

-Estás insinuando, que ¿tú eres mi padre?- No daba crédito a lo que estaba oyendo.
¿Aquello era una broma?
-"At mea filius"- asintió.

Yo traduje mentalmente, sin haberle conferido importancia hasta ahora: "A mi hijo"

-Brandon...- volvió a tomarme por lo hombros, mientras, me acariciaba con delicadeza los brazos- escúchame, es importante. Tu destino y el de toda la ciudad depende de que comprendas lo que quiero decirte...

-¿Y qué quieres decirme?¿Qué mi vida ha sido una absoluta farsa?- Soth, el guardián, negó con la cabeza.

-Quiero decirte que Daisy dió a luz a un hijo. Un hijo proveniente de ambos mundos. Un hijo que era mejor que los humanos, mejor que nosotros mismos. Sus lágrimas de amor fueron las que me han permitido pertenecer en este mundo hasta el momento de poder instruirte, y llevo siglos esperándote. Estoy cansado...
-No lo entiendo- dije al fin.
-Durante todo este tiempo has vivido y has muerto, adquiriendo una y mil apariencias, reencarnándote en distintos cuerpos. Has vivido seis vidas hasta llegar aquí. Sé que es complicado de entender, pero has de encontrar la forma de hacerlo... ¡escúchame!- me imploró.Yo cada vez me sentía más ausente. Estaba desapareciendo- Sigue el mapa de tu destino. Encuéntralos y salva tu hogar.

Alargué el brazo intentando tocarlo, no obstante, la succión había vuelto a comenzar, a la inversa, devolviéndome a la vida:

-¡Papá!-grité.

Él se limitó a sonreír, sin hacer caso de las miles de dudas que se habían apoderado de mí.

"Te quiero hijo mío" le oí decir y después, me desvanecí en la nada.

***

Cuando volví a despertar Tara y Keyla se encontraban junto a mí, preocupadas y con los ojos abnegados en lágrimas.
-Brandon- me abrazó mi hermana, con la cual siempre estaba peleándome- que susto nos has dado! ¿estás bien?

Yo asentí, confuso.

-¿Qué ha pasado?- me preguntó la chica de pelo corto a la que hacía apenas una hora había conocido.

Yo me intenté incorporar, profiriendo un grito de dolor al apoyar mi brazo derecho en el suelo. Observé mi antebrazo, atónito.
Unos grabados, que parecían letras de un idioma impreciso y líneas curvas, recorrían todo mi antebrazo, hasta llegar al codo. Sonreí aún confuso, después, miré a Keyla directamente a los ojos y contesté:

-He encontrado el mapa de mi destino.

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Hola chicas! Bueno vuelvo a ser una tardona, pero aquí está en capítulo trece de SDUCO, que como habreís visto cuenta un montón de cosas sobre Soth, Brandon y la ciudad en sí. ¡Comienza la aventura! (de las protas jajaja) espero que os gusteeeeeeee *-* un beso enormeeee ;)




lunes, 11 de junio de 2012

capítulo 12: El principio del principio


Apenas tardé unos minutos en llegar a casa de Tara. Tenía la camiseta adherida a la piel y las mejillas coloradas después de mi primorosa carrera; estaba jadeante, casi agonizando por la falta de aire. El oxigeno entraba en mis pulmones demasiado despacio, y todo aquel esfuerzo de más me estaba matando, aguijoneando mis costillas (allí donde mis malogrados pulmones terminaban) y aún así, por primera vez en estos últimos meses, me sentía viva.

-¿Quién eres tú?- me preguntó una voz ronca y seductora.

Me giré un instante para descubrir, con asombro, a un chico de unos dieciocho años, alto y fuerte, de pelo castaño y ojos marrones.
Me miró con una sonrisa burlona en los labios y con los ojos brillantes. Me sorprendí descubriendo en ellos a Tara.

-Me llamo Keyla- le dije al fin, tomando aliento-¿Está Tara?

El chico me inspeccionó con interés, como si quisiese leer dentro de mí.

-¿Eres amiga de mi hermana?- preguntó con un deje de duda. Yo asentí-Eres demasiado bonita para ser su amiga- después se sentó en las escaleras de la entrada, y con una sonrisa franca, me dijo- se ha ido hace un rato, al parque... ¿Quieres que te acompañe?

Yo negué con la cabeza, confundida y cansada.
Me acerqué tambaleante al hermano de mi amiga, consciente de que debía pensar que era un bicho raro, pero, lo cierto es que no me importaba...En el fondo aquel chico me caía bien, o me hubiese podido caer bien de haber tenido algo más en mente... algo más allá de Riley.

Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar al chico de los ojos del color del frío. Aparté todo pensamiento de mi cabeza y me concentré en el chico que sentado en la escalera, escuchaba música y, a su vez, no paraba de analizar todos mis movimientos.

-¿Tú cómo te llamas?- le dediqué una sonrisa sincera- se me ha olvidado preguntártelo...-Él comenzó a reírse divertido, sacándome de mis casillas- Oye, ¿te estás riendo de mí?

El chico negó con la cabeza, después mirándome a los ojos (¿porqué me miraba así?¿porqué me ponía tan nerviosa su manera de mirarme?. Las preguntas rondaban en mi cabeza, preguntas que tendría que analizar, cuando, tuviese a Riley de nuevo a mi lado) añadió:

-Me llamo Brandon...

En ese mismo instante, una jadeante Tara me tiró del brazo, y sin más mediación me llevó a rastras por un camino escarpado, hasta llegar a un parque con un estanque hermoso.
Se detuvo un instante para tomar aire, después, con la respiración entrecortada señaló al cielo.

Sobre nuestras cabezas, volando en círculos, unos pájaros enormes, de vividos colores nos daban la bienvenida. Observé que uno de ellos era de un color rojo intenso, que no pudo sino evocarme a un fénix, mientras que otro, de tamaño considerablemente más pequeño irradiaba una luz blanquecina.

-Vamos, sigámoslos- me propuso Tara, que ya había recuperado el resuello- están a demasiada altura, así que no van a bajar.

-¿Porqué no?- ella se encogió de hombros a modo de respuesta.

Seguimos a los pájaros durante varios minutos, adentrándonos más y más en el laberinto de árboles y flores silvestres.
De pronto ante nuestros ojos apareció la ciudad más hermosa, aquella que llevábamos meses buscando. Riley...

Se trataba de la entrada del norte, aquella que vigilaba Sort y en la cual había conocido al amor de mi vida. Me detuve un instante, confusa...

La nieve había desaparecido, el pilar se había resquebrajado y el suelo estaba repleto de trozos de mármol que antaño habían formado grabados preciosos.
No pude evitar que las lágrimas agolpasen mis ojos y que el pecho se me encogiese produciéndome un dolor sordo y agudo.
La ciudad estaba vacía, destruida... ¿Dónde estaban entonces sus habitantes?¿Dónde estaba Riley?

En ese instante, todo ocurrió demasiado deprisa; una luz brillante y pura salió de dentro del pilar, un grito emergió de lo más profundo de la garganta de un chico con voz ronca, después, todo quedó a oscuras, en silencio, mientras Brandon caía inconsciente, al suelo...

***
No sé que le pasa a la letraaaaa >.<
u.u! En fin, espero que lo disfruteís :)

domingo, 10 de junio de 2012

Capitulo 11: Busqueda y captura.




Después de tanto tiempo esperando a oir esas palabras de su boca, Stephan se fue para no volver. No ha habido un solo día en el que no haya pensado en el desde que, por mi culpa, él se separó de mi.

La soledad me había llenado por completo y me había avandonado totalmente. Hacía todo lo posible por que mis padres no notaran nada. Mis notas habian bajado pero iba aprovando poco a poco. Me volcaba de lleno en la lectura y la palabra escrita y la unica compañia que frecuntaba era la de Keyla.

Recordaba a Stephan con cariño. Como un chico amable de ojos pardos, tal vez mas verdes que castaños, pelo rubio largo y normalmente humedo. Todo me recordaba a él, a su sonrisa, a sus labios... No era capaz de sacarmelo de la cabeza, él era en lo primero que pensaba al levantarme y en lo último que pasaba por mi cabeza al acostarme. Él era mi vida y al desaparecer e la había llevado consigo dejandome bacía.

Me vestí con unos vaqueros grises y una camisa negra y me dispuse a salir de casa, acariciando el colgante que me había dado Stephan. Mi hermano me cortó el paso en la puerta.

- ¿A dónde crees que vas?
- ¿Desde cuando te importa a donde yo vaya? -le conteste.- Necesito aire, si me buscas creo que ire cerca del lago del parque.
- Vale, te acompaño. -propuso.
- No, ni de coña. No soy una cría, se cuidarme sola. -conteste con tono cortante- Ahora si me permites.

Mi hermano se quito de en medio con los ojos muy abiertos. Cogi mi paraguas, una chaqueta y salí por la puerta principal.

No se durante cuanto tiempo caminé esperando alguna señal del colgante pero cuando levante la vista del suelo lo unico con lo que me encontre fue con una extensa laguna y un banco frente a la misma. Me senté, desesperada. No sabía porque había pensado que aquella vez iba a ser la definitiva, pero ya daba igual.

Suspiré profundamente. Recordaba que cerca de Stephan el agua brillaba con luz propia, resultaba precioso, un espectaculo inolvidable.

Alce la cabeza para mirar el cielo, en un acto reflejo. Algo piaba de forma estridente, resultaba casi insoportable, comosi quisiera llamar mi atencion.

Eran pajaros, pájaros enormes de vivos colores, tan grandes que un humano podría montar en ellos. Volaban en circulos sobre la zona del lago. Me pusé en pie y uno aterrizo justo en frente de mi.

- Pa... Pájarito bueno... -el ave, de color rojo me miró con sus ojos brillantes.- No... no soy comida, ¿me entiendes? -"es un pájaro estupida, no te entiende" pensé al instante.

Probe a acercarme. Este no se movió. Le di unas palmaditas en el pico y fui subiendo hasta su plumaje, suabe y agradable. El pájaro continuó sin moverse. Cerré los bolsillos de mi pantalon, me ajuste bien la chaqueta y pasé un pie por su lomo.

En cuante me hube sentado el ave comenzo a volar. Grité asustada, agarrandome por su cuello. A los lados de su cuerpo las alas se batían con mucha fuerza.

Poco a poco me fui incorporando. Resultaba muy agradable. La brisa me daba en la cara y agitaba mi cabello. Me hizo sentir libre.

El pájaro aterrizo de forma brusca, consiguiendo que casi me callera. Baje del animal y miré a mi alrededor. Suelos de piedra, paredes con gravados, pero todo bacío. El aire era gélido y el panorama prácticamente desolador. Allí no habia nada. Nada de nada. Pero reconocería aquel lugar en cualquier parte. Era la ciudad de Stephan, tal y como la recordaba.

Mi móvil pitó un par de veces y lo saque del bolsillo. Tenía un mensaje de Keila.
"Hoy insti. ¿Seguims luego cn l busqueda?"   Leí el telefono.
"Creo q no hace falta... Ls he encontrado" Tecleé.
Mi móvil volvió a pitar. "¿K, dnde?"
"T spero n la puerta d mi csa. Vn rápido!"

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Realmente necesitaba escribir. Es gratificante de alguna manera ^^ Que lo disfruteis ^^



sábado, 9 de junio de 2012

Capítulo 10: El primer amanecer (o no)


"-No se lo digáis a ella-Riley pasó su mano por su pelo y tiritando se apartó a un lado- es mejor así...

De pronto sus ojos se toparon con los míos que asustados, apartaban la mirada una y otra vez de él, sin saber muy bien dónde colocarse o cómo reaccionar.

Riley se acercó a mí, aún temblando, lentamente intentando no asustarme "como un cazador se acerca a su presa" pensé.

Di un paso atrás sin saber si salir corriendo o no.

Me desplomé en el suelo, rendida y temblorosa, sin saber bien qué había visto y qué no debía saber. ¿De quién más podría estar hablando Riley?¿Qué era lo que yo no podía saber?

-Key...- se había acercado a mí y me acunaba con sus brazos, frío y fuertes- lo siento...

Me aparté un poco de él, aún así, no evité que me acariciase el rostro.

-¿Estabas congelando a esa chica?- pregunté confundida y enfadada. Señalé a una chica morena, que luego supe se llamaba Tara, que lloraba abrazada a Stephen.

-No, yo...

-¿Tú?

Le miré a los ojos para descubrir con orgullo herido dolor en ellos. Supe que Riley me ocultaba demasiadas cosas, que algo dentro de él no iba bien y que él no podía (o no quería) que yo formase parte de esto.

Me aparté de él, y me levanté del suelo. Quería consolarlo, alejarlo de mi vida, no volver a verle, protegerme en sus brazos, matarlo, quererle... Un torbellino de emociones me embargaba por dentro, y mientras, él, callaba, tan frío como de costumbre.

Di media vuelta, dolida (no sabía si por el dolor que brillaba en sus ojos, por la angustia de no saber que estaba pasando o por el miedo que recién me invadía. ¿Así era el amor?¿Así de destructivo?)

-Key...- Riley agarró mi cintura y me obligó a girarme- perdóname.

Me miraba a los ojos, con las lágrimas agolpadas en ellos. Estaba haciendo un esfuerzo terrible por no llorar, mientras mis lágrimas de impotencia recorrían mis mejillas sonrosadas.

Me acerqué a él lentamente y presioné mis labios contra los suyos.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo como cada vez que nos besábamos, mientras él me apretaba contra sí con más intensidad y más fuerza, como si temiese no poder retenerme.

Cuando me separé de él, Riley lloraba y yo, a mi vez, que no entendía absolutamente nada lloraba por él.

-¿Qué te pasa?- le pregunté con una ansiosa voz temblorosa- Riley...

Él calló mis palabras con un beso suave y sincero.

-Te quiero...- me susurró apoyando su frente contra la mía...

...Después me lanzó una última mirada angustiada y salió corriendo hacia el bosque, en dirección opuesta a mí"

Hacía dos meses de aquello... dos meses sin Riley...


Me levanté de la cama en ese estado de semiinconsciencia que mantenía el dolor a raya, en ese letargo que a lo largo de los meses se había ido apoderando de mí. Me vestí como una autómata.

Me acerqué a la mesa de estudio en la cual se habían ido amontonándo los deberes y trabajos pendientes que ya no haría nunca. Iba a perder el curso, pero no me importaba.

Abrí el primer cajón y cogí entre mis manos los trozos de lo que hacía apenas unos meses había sido la rosa más hermosa que yo nunca jamás ví. La única prueba de que Riley era real, y se había marchado.

Recordé con lágrimas en los ojos lo que me dijo la segunda vez que nos vimos, cuando la rosa me guió por vez primera:"No te entristezcas, la rosa te guiará hasta mí. ¿No ves que forma parte de mi esencia?, allá donde este me encontrará, y tú vendrás a buscarme. Sé que no me dejarás solo Key, no estés triste. Aún nos queda tiempo..."

El tiempo se había acabado, y si la rosa se había roto, Riley... ¿Qué había sido de él?¿Seguiría vivo?... La mera idea de pensar que no volvería a verlo me ahogaba...¿Cómo iba a vivir sin él? No podía, el mundo sin Riley había dejado de tener sentido...


Mi madre subió las escaleras y entró en mi cuarto. Era una mujer guapa a su modo, tenía los ojos pardos y el pelo rizado, pero, lo que más atractiva le hacía era su perenne sonrisa.

Me encontró acurrucada en el suelo, con los fragmentos de la rosa aún en la mano.

-¡Deja eso!- me gritó mi madre preocupada, esparciendo los trocitos de hielo por el suelo. Aquello me sacó de mi negro mundo por un instante.

-¡Oh!- sólo acerté a decir...

Por un instante fui consciente de lo que vio mi madre.

Una chica que apenas comía, que se había consumido por la pena, que no hablaba con nadie (nadie que no fuese Tara) y que tenía en la mano trozos de lo que perfectamente podría ser un vaso roto entre sus manos. Una chica a punto de suicidarse...

Cogí con disimulo un trozo de hielo (que sorprendentemente no se derretía) y lo guardé en el bolsillo del pantalón. Después me concentré en las palabras de mi madre, que parecía preocupada.

¿Tanto me había abandonado realmente? Sabía cual era la respuesta y que, por mi bien y el de mi familia, tendría que fingir que todo iba bien (o al menos que no iba demasiado mal).

-...Antes no eras así Keyla, ¿qué ha pasado?, ni siquiera es por Cindy. Nos tienes preocupados, a todos, incluso a ella. ¿Qué ha pasado?...- me miró a los ojos con tanta intensidad que por un momento evocó a Riley. Lo sentí ahí contigo- Háblame.

Confundida (como siempre últimamente), me abracé a mi madre. Ella me acunó entre sus brazo, apartándome el pelo de la cara.

-Todo va a ir bien mamá- le prometí, sin creerme las palabras que salían de mi boca- lo prometo.

Esbocé una sonrisa, lo cual pareció calmar un poco a mi madre. Después me levanté del suelo, y haciendo una mueca (que intentaba ser alegre), le dije que tenía que irme a buscar a Tara, para ir al instituto.

Mi madre no se molestó en decirme nada, aunque supuse que sabía que no iba a pasarme por instituto alguno. Tenía que cambiar también eso... Así que haciendo un enorme esfuerzo, le mandé un mensaje a Tara al móvil:

"Hoy insti. ¿Seguims luego cn l busqueda?" Aquello me partía el corazón, abandonar a Riley aunque fuese sólo por un instante, pero, ¿acaso no era justo para todos los que me querían que me mantuviese viva? suponía que sí (quería creer que sí)

La respuesta de Tara no se hizo esperar, por eso, a pesar de mis esfuerzos supe que aquel día no iría al instituto:

"Creo q no hace falta... Ls he encontrado"

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Siento haber tardado medio año (sí, sí matadme >.<) en escribir, pero bualá aquí está ^.^ jajajaja espero que os guste, y ahora que Dark or Light es libre y yo he vuelto (masomenos) pues...¿prepararad@s para encontrar la ciudad olvidada? ;) (nuncamejordicho u.u!) un besoooo :*

**No sé que le pasa a la letra T.T si Dark or light no sabe arreglarlo... creo que así se va a tener que quedar n.n perdón :)


domingo, 18 de diciembre de 2011

Capitulo 9: Visita peligrosa



Llena de sorpresa respondí a su beso. Me invadía una gran alegría, pero tener que pensar que algún día el destino y sus caprichosas decisiones nos separarían me entristecía y me inundaba el corazón de un gran vacío. Stephan era todo mi mundo, y no podía imaginar estar sin el.

Pensando aquello notaba como me moría por dentro. Aquellas sensacionestofas juntas, felicidad, tristeza e inexplicable dolor juntas me creaban un nudo en el estomago que me obligo a separarme de Stephan.

Por un momento el mundo empezó a dar vueltas a mi alrededor y la vision de Stephan se fue difuminando poco a poco hasta que el color negro invadió todo lo que ante mis ojos se figuraba.

Note como Stephan me cogía en brazos y corría al interior de la ciudad. No podía hablar, no podía ver, pero escuchaba los pasos acelerados de Stephan y como retumbaban en la inmensidad de las calles.

Al principio pensé en un bajón de azúcar, pero parecía algo completamente distinto. La mente me daba vueltas, y no podía pensar con claridad. Notaba el corazón acelerado de Stephan contra mi brazo y yo no podía hacer nada. Me sentía inútil y paralizada. Y el estaba intentando... Salvarme? No estaba segura de lo que pasaba.

De repente freno en seco y me dejo sobre el frío suelo de piedra. Me acarició la mejilla fugazmente y me apartó el pelo de la cara.

- ¡Riley! Ven ¡Ayudame! -gritó Stephen al aire.

Nuevas pisadas se escucharon a lo lejos, cada vez se oían mas y mas cerca. Estaba asustada, e intentaba recuperar el control sobre mi cuerpo, pero era inútil.

Espere allí tendida hasta que los pasos se detuvieran, justo junto a mi. Un frío comenzó a incadirme junto a aquella persona para mi desvonocida, Riley había dicho Stephen.

- Stephen, estoy seguro de que Keyla aparecerá enseguida, no se si es momento de que sus caminos se crucen. -asevero el que creía que era Riley.

- De repente, se ha desmayado. -continuo el sin hacerle ni el menor de lOs casos.- Temo que haya sido por mi culpa.

- ¿Tu culpa? -repitió Riley- no entiendo.

- Creo que la duele tanto como a mi el tener que pensar que se tendrá que ir de mi lado. De todas formas, esta ardiendo, necesita frío en la frente. -explicó Stephen.

Por la reacción de Stephen supe que Riley negó con la cabeza. Allí tendida entre ambos tenía ganas de interponerme y decir que seguía escuchandoles. Me sentía muy estupida, ridícula, una sensación como cuando te resbalas con el hielo enfrente de miles de personas y te levantas como si nada, fingiendo que nada había pasado allí.

Note como una lagrima rodaba por mi mejilla y como alguien la atrapaba con la llema de su dedo en un acto aparentemente compasivo. Después una mano helada se posó sobre mi fente, aliviando mi dolor de cabeza por completo.

Poco a poco mis músculos comenzaron a reaccionar, y en cuanto pude abrir los ojos me lance a los brazos de Stephen.

- Te quiero. -susurre en su oído.- y estoy segura del todo. No quiero separarme de ti. -dije llorando.

Stephen me sugeto con fuerza.

- Te amo. -me susurro el- Y tampoco... Nunca querría de separarme de alguien como tu. Y... Y lo siento... Lo siento muchísimo.

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no tengo tiempo de firmar ya que estoy conel iPod así que...
BY DARK OR LIGHT.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Capitulo 8: En el momento justo.





Marzo había llegado mas rápido de lo que habría podido imaginar. Cerca de el los segundos parecian horas en los que obserbaba cada movimiento que este realizaba.


Desde la primera vez que nos vimos se había cortado el pelo, aunque no demasiado, y el rubio de su cabello se mezclaba con algun pelo castaño que parecia escondido, pero a la vez visible.


Todas los días iba a verle. Cuando estaba con el me sentia como una tonta ante su impresionante belleza digna de un dios. Aun asi no podía evitar verle.


Muchas de las veces que había ido me había cruzado con aquel extraño y frío chico, que mantenía la mirada fija en el horizonte. Le saludaba y el no contestaba, lo que me parecia algo grosero por su parte, pero que le perdonaba por su preocupada mirada clavada en ninguna parte.


Aquel día fui a la ciudad ya caidas las dos de la madruagada. Cuando llegué a la entrada estaba el, que miraba hacia el sendero por el que yo venía.


Al verme sus ojos centellearon por una vez en la oscuridad y me parcio que esta vez su cara era un libro abierto hacia mi.


Me acerqué hacia el, que permanecia inmovil, esperandome. Al poner un pie en la ciudad se avalanzo sobre mi con un calido abrazo.


- ¿Por qué has tardado tanto? Me has preocupado. -dijo con un tono sereno y preocupado al mismo tiempo.

- ¿No deveria preocuparte la seguridad de toda la ciudad? -pregunte yo.


- Tara, tu eres mas importante para mi que este monton de piedras. -su voz se volvio casi un susurro.


Nos quedamos asi abrazados hasta que yo me separe un poco de él, que me miro directamente a los ojos con los suyos verdosos.


- Me habría gustado venir antes, pero he tenido un problema familiar por el camino. He escapado por la ventana para poder venir a verte. -dije en su anterior tono de voz.


Me sentia inutil y ridiculamente fea frente a el. Con una chaqueta de capucha negra y unos baqueros irradiaba una gran belleza.


- No te obsesiones con tu aspecto. -dijo como leyendo mi pensamiento.- Para mi eres perfecta, espero que con eso te valga.


- Me sobra con eso. -dije acurrucandome en sus brazos.


Stephen me separó de él y junto su frente con la mia, que para estar a su altura tuve que ponerme de puntillas.


- Tara, ten esto siempre claro. Pase lo que pase, tu vas a ser lo que mas me importe. Pero debes aprender a vivir sin mi, porque algun día tendre que irme irrevocablemente.


- No puedes pedirme eso. -dije acercandome mas a el de tal modo que sus labios quedaban a escasos centimetros de los mios.


Stephen se acerco y apreto sus labios contrra los mios, en una accion desesperada, y bebio de mis labios como si el mundo a nuestro al rededor se hubiera detenido.



jueves, 15 de septiembre de 2011

capítulo 7:Del amor a marzo hay un único beso.


Marzo, ha sido siempre, sin lugar a dudas, el mes que más he detestado en mi vida.

Sus fríos y húmedos días, se adherían a mi piel, siempre nublados y lluviosos, en el umbral entre la primavera y el invierno.
Para mí, Marzo, era un otoño de colores grises, un poema de Bécquer en inglés o el presentimiento de que algo inevitablemente desastroso ocurriría.
Pero aquel, mes, aquel 16 de Marzo, las flores escarchadas dieron vida a una primavera anticipada.

Temblaba de frío cuando llegué hasta él.
Estaba congelada, por las finas lluvias del día, que como incauta que era, me habían pillado desprevenida. Tenía el cabello húmedo y posiblemente alborotado, cosa, que inevitablemente me ponía de un humor de perros.

La entrada a la ciudad aparecía bajo un manto de niebla, que iba disipándose poco a poco, a medida que mis pasos avanzaban acercándose lentamente a la ciudad.

Junto a la verja, apoyado con las manos en la cabeza se encontraba Riley hablando con un chico, rubio y guapo.

Me quedé observando a ambos chicos varios instantes, comparándolos a ambos, llegando a la inevitable conclusión de que este mundo tenía que formar parte de mis sueños.

La experiencia me decía que en el mundo real no existía nadie perfecto, tan extremadamente espectacular como lo eran ellos. Ahora lo entendía, la gente extraordinaria no podía formar parte de mi mundo.
Me sentía vulgar, y porqué no decirlo, tremendamente fuera de lugar.

De pronto el chico rubio me señaló. Riley se dio la vuelta y me saludó con la mano.

En aquel momento deseé no haber venido, deseaba desaparecer o al menos haberme adecentado un poco más, o en su defecto no haberme despeinado como había hecho.

Hasta el momento mi aspecto me había sido indiferente... Pero era Marzo, estaba malhumorada y rodeada de semidioses. Tenía derecho a huir y sentirme humillada.

-¿No vienes?- me dijo Riley con un tono quejumbroso. Yo no contesté, demasiado enfurruñada para hablar- venga... Stephen se ha ido- gritó para que yo pudiese oírle.

Observé incrédula el vacío al que señalaba Riley, donde momentos antes había estado aquel chico, que al parecer respondía bajo el nombre de Stephen.
Dudé varios instantes mas al final, mis ansias pudieron más que mi orgullo.

-Comenzaba a dudar de que vinieses- me dijo él, agarrándome por la cintura.

-Pues ya lo ves; tú también te equivocas.

Muy a mi pesar sonreí. Estar a su lado era lo único bueno de Marzo y en definitiva, lo mejor del mundo.

Hasta ahora, había deseado que llegasen las Navidades, ahora, deseaba llegar al momento de volver con él. El próximo día, el próximo año o en la próxima vida, lo que ansiaba era estar a su lado.

-¿Te has hecho algo en el pelo?- me preguntó Riley de pronto.

-¡Dios mío!- me quejé- ¿tan mal estoy?

Riley comenzó a reírse como si desde el primer momento hubiese sabido de mi humillación particular, como si pudiese leer dentro de mí, lo que yo ni siquiera era capaz de intuir.

-Serás...

De pronto él posó sus dedos en mis labios y me besó.

Su fríos labios se juntaron con los míos, enfriando mi cuerpo y calentando mi alma. Sus manos acariciaron mi cintura mientras, yo me acercaba más a él, como si mi cuerpo supiese exactamente donde quería estar.

Riley apartó sus labios de los míos, no obstante no se movió. Estaba hipnotizado, perdido...
Como si aquel sentimiento y sus reacciones fuesen algo tan nuevo para él como para mí. Como si él tampoco hubiese amado antes...

-Te quiero- me susurró entonces- ¿Podrás perdonarme?

-¿Porqué iba a perdonarte?- le pregunté.

Él me quería, era increíble, imposible... pero real; y estaba claro que yo le amaba.
Que prefería cambiar mi mundo por él, que no podía respirar sino su aire.
¿Qué me pedía ahora? ¿Fidelidad?¿Mi alma?¿Mi vida?... era suya, se la daba. Mi vida, mi cuerpo, mi corazón... le pertenecían a él.

-Porque esto no tiene que ser así, Porque no puede ser así- me miró a los ojos como si me estuviese contando algo realmente importante. Algo que yo tenía que captar- Porque hay cosas que no pueden acabar bien, ¿lo entiendes?.

-¡Cállate!- le ordené- El amor no tiene sentido, ¿Porqué iba yo a complicarme la vida contigo, a darlo todo por alguien a quien no puedo comprender?, la única respuesta que encuentro es amor. Si lo pienso así casi tiene lógica- le miré a los ojos- No, Riley, no me digas que no puede ser, porque ya es demasiado tarde, mi mundo a dejado de tener sentido...- Me acerqué un poco más a él, y con los ojos cerrados, susurrándole al oído le confesé- Ya no puedo acabar bien... si estoy contigo me entra el miedo, pero el problema es, cariño, que no puedo vivir sin ti, porque TE AMO.